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En toda Argentina, en toda Hispanoamérica y en todo el mundo amanecemos cada día sobrecogidos ante la ausencia de noticias sobre la desaparición del submarino. Y si esto es así, entre nosotros, en Cartagena, la angustia es aún mayor porque en nuestras familias, entre nuestros apellidos florecen muchos Caídos del Arma Submarina, consustancial entre nosotros desde que el gran cartagenero ilustre, el TN . Isaac Peral construyó el primer submarino de combate, tan patéticamente ignorado por los políticos de la época ante la guerra contra USA, que nos costó Cuba.
Los dramas sufridos por los submarinos de todas las banderas, a lo largo de la Historia están en la mente de todos. Películas, medios de comunicación, libros y novelas han llevado a nuestro ánimo la angustia y el horror que miles de submarinistas han padecido inertes en el fondo del mar, entre la esperanza y el desánimo... El submarino ruso Kursk ha sido el penúltimo drama conocido.
Aún recuerdo, nítidamente, cuando siendo un niño muy pequeño, sentí esa angustia en mi propia casa cuando mi padre, oficial del submarino General Mola regresó a casa y se derrumbó llorando porque otro submarino español, el C-4 se había perdido en aguas baleares en desgraciado accidente con el destructor "Lepanto", durante unas maniobras. Ningún tripulante sobrevivió y sus restos aún reposan en el sarcófago de acero... Al cabo de unos días solo se pudo recuperar una silla de madera de la cámara de oficiales, con cuya madera se construyó un marco con la fotografía de toda la infortunada dotación. Creo que permanece aún en la Base de Submarinos.
Y aún recuerdo, nítidamente cuando mi padre, con mi llorado hermano mayor, Juan, construyeron, con latas de conserva un pequeño e ingenioso submarino de 1 metro de eslora (con el numeral "C-4, pintado en una reciclada lata de tomate), capaz de navegar, sumergirse y emerger. Disponía, incluso, de un sistema de salvamento que se activaba si permanecía sumergido más tiempo del deseado. Hicieron pruebas "satisfactorias" en plena dársena del puerto...
Son entrañables recuerdos personales a añadir a los otros miles que centenares de familias submarinistas y cartageneras atesoran con recogido fervor.
El submarino argentino "ARA San Juan" aun desaparecido en aguas del Atlántico Sur es sentido en nuestro corazón como el C-4, como el C3, como todos los sufrimientos y angustias que los submarinistas de todas las Armadas del mundo han sufrido, y sufren.
Y en Cartagena, cada amanecer, miramos con la esperanza de ver surgir a la torreta de "nuestro" submarino entre las procelosas aguas del mar.